Una plegaria de amor todavía
Por Jacobo Londres
Tan chismosos ustedes que, para complacerlos, esto casi arranca trepidantón, con Jacobo saliendo del Comité Central a paso rapidote y sin mirar atrás. La imagen se detiene en el maletín que lleva en la mano (Tarantino, tú no comes), para luego enterarnos de que he logrado sustraer unos sex tapes que involucran a Abel Prieto, Miguel Barnet y Fernando Rojas. Jacobo había sido convocado al Comité Central por el coronel X para la misión literaria bien al hueso de darles un embellezón a los cuentos de Abel Prieto sobre la escuela al campo, de modo que tuvieran impacto en jóvenes cubanos de un club de amigos del huerto al ser leídos en parcelas construidas en azoteas de solares de Centro Habana a medio derrumbe, donde se cultivan seres mitad piña, mitad espía. A cambio, este coronel me daría acceso a toda la información secreta para estudiar la obra de Fernando Rojas que, al ser inexistente, resulta para Jacobo mucho más inquietante y especulativona.
Pero hoy he venido a hablar de cositas posibles, porque más de 60 años intentando sin éxito construir lo imposible ya es demasiado, Silvaje. Cositas posible como la libertad de Cuba, por ejemplote. La llama de la promesa de Cuba comunista se extinguió hace mucho, nuestro Prometeo está encadenado a la cola de unos fósforos que cambian de estatus comercial, y no hay gloria en fuego semejante. «Tampoco hay gloria en los cubanos de a pie, Jacobo», me dice el coronel X, en su piscina de Miramar. «¿Cómo pueden algunos alegrarse por la muerte del Dany u odiar a Bad Bunny, y todo por un gusto musical? Opositores fajados entre sí por pensar diferente, Jacobo, se arman grupitos, enemigos a muerte. El pueblo es muy dañino para el espíritu, hay que evadirse. Por eso yo practico el zen de la langosta».
Por razones de fuerte ganancia económica personal que me confesó, el coronel X quiere un cambio de poder en Cuba, y ha estado publicando material comprometedor para el gobierno cubano bajo el nombre (que no puedo revelar) de un influencer bastante conocido, pero que no existe realmente, es un holograma, aunque la voz sí es de este coronel, si bien manipulada. Cuando lo vean de nuevo se van a dar cuenta de quién se trata, pues sus contornos visuales no están muy definidos, además de que siempre sale solo en sus «directas». Aun siendo el comportamiento y las motivaciones del coronel X no menos que reprobables, y aunque ahora mismo que escribo esto sigue gritando en su piscina con unos whiskies de más: «Abajo el proletariado», cómo va Jacobo a permitir que se interpongan sentires absolutamente personales, cómo va a ponerse a emitir juicios de valor sobre el coronel X, cuando la libertad de Cuba es nuestro objetivo común ahora mismo. Y por si se filtran videos de Jacobo repitiendo: «Abajo», sí lo dije, pues necesito la confianza del coronel X, además de que el proletariado es solo una idea. Y las ideas, las palabras y los sentimientos son cosas del individuo, pero la libertad es cosa de todos.
Cerré los ojos y apuré en mi boca varios trozos de langosta: me sumergí en mi propia lágrima oceánica, allí se ahogaba Descemer Bueno en un mar de insultos durante una directa, grité: «Descemer, ¡recuerda tus pantalones de bajos anchos cuando tocabas en Columna B!», y al retrotraer esa mentada tela extra de un pasado cariñoso, tiempo de juventud saludable, pude por ahí agarrar a Descemer y halarlo hacia la superficie. Entonces me sumergí nuevamente al ver algo que brillaba y alcancé el extremo del hilo blanco de una gangarria con la figura de la bandera cubana que se había deshilachado por una esquina de la estrella, y ya el hilo parecía romperse, pero Jacobo haló rápido y pude izar la mano de Alexander Otaola. «Incorporatelito», le pedí, algo mariánico grajálico, «que eres necesario para la libertad de Cuba, haciendo tanto más que quienes no hacen casi nada, que somos casi todos». Unidos en boca a boca de ayuda mutua cayeron en la orilla Descemer y Otaola, y a cada boqueada respiramos también los cubanos.
Inserto un parrafito sobre los sex tapes, no digan luego que Jacobo se tiró mucho discurso indirecto y poco directo. Es más bien un comercial, mis queridos, pues Jacobo, bien capitalista, ha encontrado una oportunidad de hacer dinero vendiéndoles el acceso online a los sex tapes. Ustedes dirán: Jacobo, ¿acaso estás jugando con nuestra necesidad del chisme? Y yo les contestico: clarines que yes, a ustedes hay que cobrarles el like, para que el chisme se convierta en algo provechoso para la libertad de Cuba, y a esos efectícoles será donado. Ver en acción la ya mítica elasticidad de Miguel Barnet no es algo que pueda ser regalado. El like está lleno de inacción, caballero, crea la ilusión de participar cuando es pura bobería simbólica. Además, el like trata de ejercer control: si no me da like no le doy like, es la base sutil de la enemistad. Por eso Jacobo no da likes y está cansado de decirles que no le den más likes, pero ustedes no entienden y piensan que es un chiste y se ríen con los ojos achinados.
Hablando de chinos, la esposa china de Zuckerberg el de Facebook se sentía estereotipadona por ser demasiado fan a los noodles pero por petición de Zucky conversé con ella y la convencí jacobinamente de que se trata de que le gustan los noodles y ya. Le saqué el demonio cultural a la china y ahora se los come en paz. Zucky me dijo: «Coño, qué bueno, Jacobo, que me daba mucha tristeza y asco verla comiendo y moqueando de llanto a la vez». Como agradecimiento le pedí que nos implemente en Facebook el llamado botón liberador cubano, que transforma los likes en donaciones directas a los opositorones al hueso. Zucky hasta me dijo de ponerle precio a diferentes acciones, siendo la insurrección armada el like con más altas donaciones, pero le dije: «Dale suave, Zucky, que yo estoy para la cosa pacificona, y es feo y bien poco jacobino cuando los cubanos de afuera mandan a los cubanos de adentro a tirarse a las calles». Pero que podamos financiar a la oposición activa me gustica, ahora que el dinero del imperio acaba de ser resignificado. Va y es Fernando Rojas quien, bien indirectón, financia la libertad de Cuba (si los sex tapes venden tan bien como espero). Cada grito de pasión de Rojas espejea en el grito de alegría de cada uno de nosotros al ver a Cuba liberada. Y si es así, bienvenido Fernando, héroe nuestro, ¿o nos vamos a poner ahora a escoger protagonistas, a querer una historia más gloriosa? ¿Dejaremos por eso de hacerle un monumento en G a Fernando Rojas, el día de la victoria? Que ondee, y lleve el pantalón ancho de Descemer, y en su antebrazo de bronce luzca la bandera remendada en la pulsera de Otaola. Que ondee todo lo que tenga que ondear, que nuestra mugre se desprenda al viento, para que cuando nos alcance la gloria de la nueva Cuba no estemos empapados de odio y la mecha de amor prenda, para despedir con algo de luz a Yosvany Arostegui.
Publicado originalmente en El Estornudo