La izquierda nuestra de cada día. Decálogo del intelectual socialista cubano en el siglo XXI
Por Popota
En Cuba, en el siglo XXI, ciertos intelectuales autoproclamados «de izquierda» practican, además de una cuidadosa inoperancia, un amor no correspondido por el Poder, un amor que los singulariza, por ejemplo, de sus pares (igualmente inoperantes) españoles, franceses o argentinos. Al igual que españoles, franceses y argentinos, los cubanos padecen una esmerada indiferencia hacia la única clase a la que han confiado su liberación: sus proclamas y sus amasijos ideológicos conjuran a la clase obrera, mientras sus costumbres y ambiciones los atan con fuerza al mundo burgués. Pero, a diferencia de españoles, franceses y argentinos, esos intelectuales cubanos no ambicionan ni desean el Poder. No. Solo lo cortejan, lo veneran, lo arrullan. Mientras españoles, franceses y argentinos recurren a la psicología e interpretan la política con los mismos sentimientos con que manejan sus relaciones personales (se sienten «defraudados», «traicionados», «desilusionados»), los cubanos recurren al misticismo y al fervor devoto, e interpretan la política mediante la contemplación propia de un culto pagano, plagado de referencias inmateriales (hablan de «ética revolucionaria de la vida», de «espectro patriótico cubano»).
Esos intelectuales socialistas cubanos del siglo XXI son descendientes de los intelectuales socialistas cubanos del siglo XX. Hijos o sobrinos de otros intelectuales que murieron escandalizados de que el Poder no los necesitara, de que el Poder no se dejara purificar. Intelectuales que, en un esfuerzo más por demostrar que eran indispensables, torcieron el cuello a toda la tradición liberal y a cualquier resabio progresista del Antiguo Régimen, mientras, con las mismas manos de acariciar, cortaban caña y levantaban los muros de unos templos a los que sus hijos y sobrinos colocarían coloridos vitrales (vitrales construidos por obreros foráneos y traídos en aviones, porque para cuando los padres perecieron ya los artesanos se habían extinguido irremisiblemente en Cuba bajo el peso dialéctico de la ética revolucionaria de la vida).
Aficionados a elegir como medida de sus actos lo más progresista que ofrecen las sociedades democráticas modernas, nuestros intelectuales socialistas del siglo XXI han decidido suplantar su realidad de origen por otra más llevadera. Una realidad manejable, desconflictuada, con moraleja al final: una trama con giros radicales, sutil decoración, escenas R, montaje brutal, pero donde el lobo sea invariablemente feroz y la Caperucita sea siempre roja. Profetas descalzos de una ideología de plastilina convertida en fe, se dan a la tarea de desmentir la realidad, de corregir los desvíos de los humildes de carne y hueso, mientras invocan una clase obrera artesanal, a la que componen plegarias y dedican poemas épicos escritos en una prosa insufrible, a la que le traducen los sueños y protegen de la intemperie colgándola del espejo retrovisor del Prius que manejan por una highway recién asfaltada.
Estos intelectuales socialistas cubanos del siglo XXI observaron a sus padres y aprendieron la lección. De nada vale elevar y educar al proletariado: los humildes cubanos nunca se dejarían dignificar, los negros no se asimilarían al espectro patriótico soñado por sus mayores, consumado por titanes de la talla de Ramiro Valdés. No. Cuando los humildes gritan «SINGAO» la realidad se torna molesta, aplastante, insoportable. Una clase obrera repartera, envilecida, que quiere guachineo en lugar de seguir jugando a lo perdido no merece ni tantito así. Nuestros intelectuales socialistas del siglo XXI, enfrentados al proletariado, predominantemente negro y «antiintelectual», comparten el júbilo de la clase dominante. Comparten sus deseos, sus mitos, sus miedos, su sintaxis. Aunque la clase dominante los detesta, porque participan del pecado original, nuestros intelectuales socialistas del siglo XXI tienen permitido (todavía) seguir soñando travesuras. Y nada parece indicar que caducarán las cláusulas no escritas de sus ministerios.
Fuera de la casta de los generales y los empresarios militares, la de los intelectuales socialistas se yergue como una de las clases más favorecidas (o menos fustigadas) en Cuba: tienen permitido incluso subvertir, a título privado, su realidad de origen, vivir en sociedades democráticas, manejar un Prius, asistir a congresos sobre los oprimidos, al tiempo que mantienen sus templos en Cuba, templos donde predican, en sus vacaciones, asuetos, sabáticos, festividades, veraneos, retiros, tardes libres y demás modorras liberales, una fe sin Misterio. Cuando la clase dominante en Cuba decline (posibilidad dialécticamente irrefutable), encasquetarán un chaleco de diferente color a sus santos y seguirán tan beatos como siempre. Por eso los admiro. Por eso, y por la facultad de poner las palabras «democracia» y «Revolución» en la misma oración sin que les provoque un aneurisma.
Fascinado sobre todo por esa capacidad tan suya de dar rienda suelta a los prejuicios hasta elevarlos a la categoría de acontecimiento intelectual, de descargar sus alucinaciones y terrores sobre la muchedumbre, absolutamente despreocupados por que sus profecías tarden en cumplirse, por la voracidad didáctica en función de la cual nada escapa a su competencia, me he dado a la tarea de elaborar un decálogo (incompleto) de los mandamientos de esa izquierda nuestra de cada día, ilustrado con ejemplos, con el propósito de facilitarles a los jóvenes el camino hacia esa forma de sacerdocio intelectual. Eso sí, si eres gay, negro, artista plástico, lector de García Vega, animalista, feminista, repartero, pobre y/o inmune a la ironía, te recomiendo que dejes de leer esto ahora mismo y te pongas a cortar caña.
DECÁLOGO DEL INTELECTUAL SOCIALISTA CUBANO EN EL SIGLO XXI
1. Afirma la supremacía de tu ideología. Escribe plegarias al socialismo «revolucionario». Fatiga el determinismo ideológico.
«Quizás el papel regulador que juega la oposición en el capitalismo, no tiene sentido en una sociedad que aspira al socialismo. Quizás lo que debemos aspirar nosotros es a darle igualdad de oportunidades a cada revolucionario para que defienda el socialismo a su manera, igualdad de espacios a cada corriente de izquierda para que todas tengan cabida dentro del proyecto». [Harold Cárdenas Lema, La Joven Cuba, 2017].
«El discurso de la “transición democrática” como futuro de Cuba se afirma en un secuestro ideológico. […] La democracia al uso está inhabilitada para legitimar formas de vida distintas de las regimentadas por el consumo capitalista. […] Si bien el socialismo puede existir sin democracia, la democracia no puede existir sin el socialismo. Por ello, el futuro democrático de Cuba ha de ser, si quiere conseguirlo, más socialista». [Julio César Guanche, Espacio Laical, 2010].
«En Cuba, en este mundo, nada ni nadie deberá ponerse por encima de la Revolución — de su obra consumada, en lo intangible ya tanto como en lo palpable, y de su posibilidad — , porque Cuba, sin su Revolución, no es ni nuestro país ni el ara de nuestro deber». [Rolando Prats, Patria. Actos y Letras, 2021].
2. Desconfía de todo signo de disidencia en el modo de afrontar las demandas de justicia social. Aquel que se instala en el mismo dominio que nosotros sin proclamar la supremacía de nuestra fe, atenta contra nuestros privilegios, contra la integridad de nuestra moral, nos despoja de nuestras quimeras. Debe ser derribado. Aplastado. Solo nos es agradable aquel que se abstiene.
«La idea de construir un socialismo autóctono podría ser la mayor “disidencia” cubana desde el siglo XX. Llamarle así a los grupos que se oponen a la Revolución es una ironía, un robo semántico entre muchos otros, que nos robaron y nos dejamos robar. Quizás sea hora de recuperar el significado de esta palabra y buscarle a este movimiento político otro nombre: anexionismo podría ser, al menos para la mayoría. […] Cuba tiene desafíos políticos que superar en los próximos tiempos. Pero el camino no es el multipartidismo sino la representación política de todas nuestras fuerzas de izquierda, no es crear escaños para darle espacio a quienes tienen poco que ofrecer». [Harold Cárdenas Lema, La Joven Cuba, 2017].
«Se suele hablar de diversidad como si se tratase de algo per se virtuoso, sin que se pregunte acerca de la posibilidad de que esa diversidad sea fragmentación y debilitamiento de nuestra unidad política como Pueblo, es decir, como pueblo político, no como mera comunidad humana, cultural, nacional». [Rolando Prats, OnCubaNews, 2021].
«La llamada “disidencia” cubana es uno de los grupos más desprestigiados de la historia». [Osmany Sánchez Roque, La Joven Cuba, 2020].
«La llamada contrarrevolución cubana actual, no es legítima, ni lo será nunca». [Esteban Morales, La Joven Cuba, 2012].
3. La Ley está de nuestro lado: son los enemigos quienes se ubican en la clandestinidad. La contrarrevolución, la derecha, el exilio de Miami, la oposición anexionista, hacen peligrar el Orden. El Gobierno revolucionario tiene todo el derecho a defenderse de los cubanos díscolos. Las quimeras del Otro son nuestras desgracias. Pisotea al Otro.
«La presencia de grupos contrarrevolucionarios en el contexto político cubano, lo mismo que el apoyo abierto de Estados Unidos (EE.UU.), y el propio Bloqueo, han sido constantes en seis décadas y lo siguen siendo. Pero, como saben las agencias del gobierno de ese y otros países que la conocen bien, la oposiciónha carecido históricamente de unidad orgánica, liderazgo político, arrastre y capacidad de movilización popular». [Rafael Hernández, Alma Mater, 2021].
«En mi opinión, la mayoría de los cubanos exiliados ya no son cubanos». [Álvaro F. Fernández, Progreso Semanal, 2006].
«En nuestras universidades no habrá nunca espacio para la contrarrevolución. No debemos tener el menor temor de expresarlo públicamente. […] Cualquiera que pretenda convertir nuestras universidades en un espacio para promover los intereses del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba estaría haciendo contrarrevolución y no debe ser admitida». [Osmany Sánchez Roque, La Joven Cuba, 2019].
«Hoy amanecí con ganas de decirle a la derecha cubana que la desprecio. Pero es un insulto, y me lo guardo. Diré entonces que me parece falta de coherencia; que sus reclamos van alejados de las mayorías; que se han inventado un escenario político y social paralelo al existente…». [Frank García Hernández, Twitter, 1 de junio, 2021].
«Exigir una elección pluripartidista en Cuba ignorando las sanciones equivalentes a una guerra económica, donde se violan consideraciones de derecho humanitario, es otorgar a la derecha cubana una ventaja que nunca ha merecido». [Arturo López-Levy, The Clinic, 21 de julio de 2021].
4. Cultiva metódicamente falsas equivalencias. Explica la realidad con paralelismos aparentemente lógicos, pero falaces. Aplica esquemas binarios de análisis, adopta enfoques dicotómicos. Lo binario (y no lo dialéctico) es la modalidad superior constitutiva de sentido.
«Vivimos entre contramodelos: uno hegemónico y relativamente próspero y otro asediado y subalterno — una economía dominante y otra subordinada en el mercado global — . Ambos gobiernos son responsables de violaciones de derechos humanos, de violencias contra los ciudadanos, de racismo sistémico, de atropellos a la dignidad humana, de campañas de desinformación, e incluso de centros de detención en los que los detenidos no han sido acusados siquiera de un delito». [James Buckwalter-Arias, La Joven Cuba, 2021].
«El pueblo cubano se encuentra atrapado entre un presidente cubano empecinado en sacar adelante un modelo en crisis sin efectuar grandes cambios y presidentes estadounidenses que se sienten cómodos utilizando la miseria del pueblo cubano para aplicarle presión a los líderes comunistas». [Harold Cárdenas, La República, 2021].
«El enfoque para abordar las protestas del 11-J en Cuba. Tres narrativas maestras: 1. La narrativa estadounidense acompañada por derechas latinoamericanas y cubanas, que solo invocan la “dictadura cubana” como única causa de las protestas. 2. Defensa cerrada del proceso cubano, que invoca solo la existencia del bloqueo. 3. Enfoques multidimensionales, que reconocen la coordinación externa en la agresión, a la vez que dan cuenta, con diversos grados en su crítica, de la situación cubana». [Julio César Guanche, La Cosa (blog), 2021].
5. Fidel, Fidel, Fidel. Venera al máximo líder sobre todas las cosas. Todos somos Fidel. Excepto aquellos que no tienen genes revolucionarios: a esos no los queremos, no los necesitamos.
«Quienes criticaron y critican la obliteración de los principios democráticos durante el mandato de Fidel, debieran tomar nota de que la democracia no florece en una circunstancia de presiones, de amenazas, de intervencionismos, ni de operaciones de cambio de régimen. […] Muchos claman hoy que con el deceso de Fidel, terminó una era. Su muerte, por el contrario, sella un nacimiento. Pasarán muchos años quizás, antes de que la humanidad imagine y busque poner en práctica nuevamente, proyectos equitativos globales e inclusivos que pongan en el centro al hombre, y no al capital». [María Isabel Alfonso, OnCuba, 2016].
«En el escenario internacional Cuba tiene un amplio capital político acumulado a lo largo de muchísimos años de acciones de solidaridad y de una efectiva diplomacia bilateral y multilateral. Sin duda, ese capital político está avalado por la figura de Fidel Castro, considerado en muchos rincones de la tierra como uno de los más importantes estadistas del siglo pasado». [Carlos Alzugaray, Alma Mater, 2021].
«Durante la época de Fidel Castro sí se ofrecían respuestas políticas a las demandas que nacían del seno de la sociedad. Por supuesto, estas pasaban siempre por la mediación de su liderazgo carismático, y por la manera tan propia que tenía de intervenir en el aparato institucional». [Yassel Padrón, OnCubaNews, 2021].
«Cuando la multitud salió al malecón habanero en 1994, Fidel salió a su paso, desarmado y rodeado de protestantes, con su carisma convirtió la protesta en un acto de reafirmación a su gobierno». [Harold Cárdenas, La República, 2021].
6. Efecto Minority Report. Si Cesare Lombroso era capaz de identificar a un facineroso solo por su apariencia, tú puedes vaticinar una fechoría futura, trazar las señas del apocalipsis a la vuelta de la esquina. Infundir el miedo a una realidad ajena a tus designios ideológicos es una de tus armas más poderosas.
«Desde la ingenuidad política, algunos pudieran preguntarse ¿qué tiene de malo que la derecha encabece el descontento? Inevitablemente, las protestas derivarían en un profundo anticomunismo que intentaría ir contra toda representación y propuesta socialista. Pensemos además qué programa económico nos traería la derecha, que hábilmente lo oculta con consignas populistas. Pero no se trata solo contener a la derecha. Asumirlo así es regalar la iniciativa al contrario, y, tarde o temprano, entregarle la victoria».[Olimpo Fonseca, Tremenda Nota, 2021].
«Sin la Revolución cubana de 1959, el mundo sería hoy con toda probabilidad peor y harto más peligrosode lo que ya es. Y Cuba sería, en el mejor de los casos, y con mucha suerte, un triste protectorado endeudado à la Puerto Rico, o, en el peor, un Haití». [Ailynn Torres Santana, Julio César Guanche y otros, Sin Permiso, 2016].
«Precisamente la crisis que hoy vive Cuba es la causa por la cual Cuba juega un papel fundamental en la lucha de clases a nivel internacional. Hoy, el destino de Cuba es clave en el destino de la humanidad. La caída del gobierno [cubano] sería un avance descomunal del imperialismo». [Frank García Hernández, Twitter, 3 de septiembre, 2021].
7. La realidad es un estado de ánimo. Reproduce la realidad, no como es, sino como tendría que ser. Siempre con la mejor intención y desde la asunción incontestable de tu superioridad moral, hablarás en nombre de esa masa gloriosa que conocemos como «la mayoría» (no en nombre de «todos», porque en nombre de «todos» hablan los extremistas y los burócratas). No te preocupes por aportar datos objetivos, modelos de análisis, encuestas, estadísticas, evidencias empíricas; solo desde ideología se decide el sentido de los hechos. Tú estás llamado a imprimirle conciencia de su conciencia al pueblo cubano, a evaporar sus delirios neoliberales, a explicarle sus propias acciones.
«La mayoría del país sabe las muchas contradicciones y dificultades de vivir en revolución, pero que la prefiere y la sabe muy por encima de los otros». [Harold Cárdenas, La Joven Cuba, 2017].
«¿Es Cuba un país plural? Depende del cristal con que se le mire. Para los que creen que pluripartidismo significa democracia […], definitivamente no lo es. Para la gran mayoría de los cubanos sí». [Osmany Sánchez Roque, La Joven Cuba, 2019].
«La inmensa mayoría de los cubanos conserva un vínculo personal con Fidel». [Rafael Hernández, Milenio, 2016].
«Para la mayoría de los cubanos, [«el 11 de julio de 2021»] fue un día triste que preferirían no tener que recordar». [Carlos Alzugaray, Nueva Sociedad, 2021].
8. Despolitiza. Romantiza. Idealiza. Cuba es un gran parque de atracciones. Los derechos humanos representan un obstáculo para una de las mayores aspiraciones del «socialismo cubano»: el internacionalismo proletario de ron, tabaco y mulatas.
«Cuba ha logrado que los temas de derechos humanos no sigan siendo usados como pretexto y obstáculo para promover una relación funcional de muchos actores internacionales con la isla». [Arturo López-Levy, AFP, 2016].
«Viajar a Cuba no representa un riesgo excepcional, al contrario, es un país tropical donde se han erradicado muchas enfermedades y es un país cuya seguridad ha sido reconocida por todas las instituciones internacionales. Yo he podido comprobarlo personalmente por muchos años. Los ciudadanos norteamericanos que viajan a Cuba tienen una experiencia enriquecedora, cultural y emocionalmente, gozan de lo mejor que Cuba tiene para ofrecer: la hospitalidad de la gente, su arte, su arquitectura, su comida. Viven una experiencia que, en la mayoría de los casos, los marcará para siempre». [Hugo Cancio, OnCuba, 2017].
9. Lávale la cara al poder. Victimízalo, justifícalo. Nuestras clases dominantes defienden el status; los intelectuales construimos la imagen.
«El gobierno cubano se encuentra emplazado por los enemigos habituales, EE.UU. y sus aliados; así como por “fuerzas vivas” tipo The New York Times o El País, donde todo lo que se publica sobre el tema — redactado por sus editorialistas, y también por disidentes cubanos invitados — , tiene el signo común de atacarlo sin límites». [Rafael Hernández, Alma Mater, 2021].
«La agresividad que acecha — y que con tristeza hemos visto multiplicarse tras el 11-J en los labios, las mentes y los corazones de algunos cubanos que la desean, para asegurar con la intervención de Estados Unidos y a cualquier costo el hundimiento del Gobierno cubano — es el contexto realmente existente. No es posible cerrar los ojos ni mirar para otro lado. El propósito de re-neocolonización de Cuba goza de mejor salud que nunca, en la medida en que se ha vuelto atractivo también para algunos cubanos, no pocos, dentro y fuera del país». [Milena Recio, El Toque, 2021].
«Geopolíticamente, es parte de estas protestas [en referencia a las «protestas sociales» del 11 de julio] la violencia que se ejerce contra Cuba (la sociedad y el Estado) por parte de los gobiernos de Estados Unidos vía el bloqueo (económico, comercial y financiero) y las políticas de desestabilización (fondos federales para “cambio de régimen”). Hay en esa política, más recia en los últimos tiempos, un uso sistemático y unidireccional de la fuerza que expropia al sujeto colectivo Cuba, de su soberanía». [Ailynn Torres Santana, Anfibia, 2021].
10. Habla como si fueras el Poder. Asume su lugar, su identidad, su voz. Déjate enredar en las suavidades del verdugo, autoriza sus mitos, refréndalos. Los mitos de la Patria son más importantes que las personas de la Patria.
«En momentos como este hay que sumar a todo el que no esté claramente en contra, como el propio Fidel enunció en Palabras a los Intelectuales hace 60 años. Para resumirlo, hay que operar con un importante principio político: el que no está contra nosotros, está con nosotros». [Carlos Alzugaray, Alma Mater, 2021].
«Usted tiene derecho a oponerse a su gobierno, pero está obligado a saber que su gobierno tiene derecho a defenderse de cualquier acción suya que lo desestabilice o tienda a derrocarlo. […] Acepte el precio de ejercer su derecho: pedrada para el policía, palazo/balazo para usted». [Rodolfo Alpízar Castillo, La Joven Cuba, 2021].
«Entregarle este país a las fuerzas organizadas para un cambio de régimen, sería regresar al pasado, ceder bajo presión, echar por tierra la sangre de generaciones anteriores. […] Nosotros no inventamos la decencia pero sí optamos por construir un modelo político más humanos y ético que otros, por eso la Revolución debe aspirar a ser humanista e inclusiva, mejor que su alternativa, o no será tal». [Harold Cárdenas Lema, La Joven Cuba, 2017].
«Ya sabemos que Diubis Laurencio Tejeda ha muerto. Se ha repetido por años que el “primer muerto” sería un beneficio para el programa oficial estadunidense de agresión contra Cuba, pero hay algo anterior a ello: es la ética revolucionaria de la vida, para la que resulta intolerable un solo muerto». [Julio César Guanche, OnCubaNews, 2021].
Publicado originalmente en El Estornudo.