Genio y figura: Jorge Luis Fernández (Pepino), bien hippie a todas horas

El Estornudo
9 min readJun 2, 2020

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Jorge Luis Fernández (Pepino) / Foto: Cortesía del músico.

Por María A. Cabrera Arús

El guitarrista Jorge Luis Fernández Pita, Pepino, nació en La Habana en 1952. Estudió música en la escuela Ignacio Cervantes, y tocó con los grupos Los Jets, Los Walkers, Los Barba, Los Dada y Almas Vertiginosas, además de con Pedro Luis Ferrer y Felipe Dulzaides.

Abandonó Cuba en 1985, y a finales del año siguiente se asentó en Estados Unidos, donde ha tocado con las bandas Rockstalg, Private Matter, Garaje H y Funk-U. Actualmente integra la banda P.O.E.M., nombre formado con las iniciales de sus miembros: Pepino, Omar Hernández (bajo), Ricardo Eddy Martínez, Edito (tecladista y productor musical) y Mike Porcel.

De Pepino ha dicho el periodista Luis Cino: «En La Habana de los 70, Jorge Luis Fernández Pita era lo más parecido a Jimmy Page». Genio y figura. En reconocimiento, sus admiradores lo eligieron al Salón de la Fama del Rock Cubano Underground.

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MAC: ¿Recuerdas tu primera actuación ante el público? ¿Cómo vestías cuando subiste por primera vez a un escenario?

P: La primera actuación debe haber sido por el año 1968, en una fiesta privada en el reparto La Víbora [de La Habana], con una banda llamada Los Fariseos. Me vestí lo mas hip [a la moda] que pude. Claro, todo era prestado, de amigos cuyos padres viajaban y les traían ropa.

¿Quién o quiénes inspiraron tu estilo de vestir en aquellos años?

En las bandas famosas de la época, que veíamos en las portadas de los discos de Los Beatles, Rolling Stones, etc.

Pepino, 1970 / Foto: Cortesía del músico.

¿Cómo te las arreglabas para adquirir la ropa y los zapatos que usabas en conciertos y otras presentaciones?

Era curioso, porque pasaban cosas simpatiquísimas. A veces tú pedías algo prestado, y te decían: «No, ya eso me lo pidió fulano para ese día». Entonces tenías que recurrir a otro amigo. Por ejemplo, al que tenía la camisa psicodélica, o al que tenía los zapatos de plataforma, y hacerle saber para qué día te hacían falta, como si sacaras un turno. A veces las personas se conocían por la ropa.

— Oye, ¿quién es fulanito?

— Chico, el tipo del pantalón a rayas.

— Ah.

Mucha ropa era confeccionada en la casa de mi tía. Me hizo una camisa con recortes de tela que, si hoy la ve Gucci, se enamora.

Pepino (extrema izquierda) con otros músicos en casa del guitarrista Chico, 1978 / Imagen tomada de Facebook.

¿Era diferente tu vestimenta en escena de lo que te ponías a diario?

Un amigo solía decir: «Nosotros nos vestimos en colores; todos los demás, en blanco y negro con pespuntes grises». Siempre tratábamos de estar a la moda, a todas horas. Era una cultura, en realidad: el pelo, los jeans. La diferencia era brutal.

Cuando subíamos a la guagua, todos se nos quedaban mirando mientras nos dirigíamos — siempre — hacia el fondo, que era donde, si querían seguir mirando, tenían que partirse el cuello. Eran miradas de perplejidad, de asombro. Y, por supuesto, algunas de odio.

¿Qué fue lo más loco o excéntrico que vestiste para tocar?

Recuerdo una vez que salí a tocar con un chaleco, sin camisa, y con una guitarra que Virulo, el cantautor, me había prestado a través de otro amigo en común. Y, para que la guitarra brillara, imitando el finish de las guitarras eléctricas americanas, la habían espolvoreado con vidrio molido y pintura.

Desconociendo este importante detalle, comencé a tocar, y en un momento dado alguien del público me gritó: «Estás sacándole sangre a la guitarra». Del roce del instrumento con el cuerpo y con las manos — vidrio molido incluido — , la sangre que salía de los rasguños se confundía con el rojo de la guitarra y daba la impresión de que era la guitarra la que sangraba.

No recuerdo nada más excéntrico que eso.

Es conocido que en diversas ocasiones la policía te arrestó, y tanto tú como tus compañeros de banda pasaron la noche en la estación. ¿Qué sucedía entonces, y qué papel jugaba la ropa, el pelo, el estilo en general en estas detenciones?

Los arrestos eran siempre por lo mismo: rock = ropa estrafalaria (decían ellos) = diversionismo ideológico.

Estos [los arrestos] suponían, por lo regular, una noche en la estación de policía, con su debida visita a la barbería, y te soltaban a los dos o tres días, pelado a lo militar. Aunque una vez estuve dos meses en Villa Marista DSE [Departamento de Seguridad del Estado], acusado de corrupción de menores a través de la música que interpretaba, léase rock.

La ropa era un distintivo sustancial para que la policía te pidiera identificación, lo que casi siempre terminaba en arresto.

Pepino con Charles Porcel (hermano de Mike Porcel) y otros amigos, 1980 / Imagen cortesía del músico.

Según el periodista José L. Llanes, tanto Los Barbas como las demás bandas de rock undergroundcubano «a su manera encarnaban también una suerte de contracultura, el desafío y la irreverencia de la juventud de la época hacia lo establecido, arropados en el pelo largo, los blue jeans, los tenis Converse o las botas de trabajo». ¿Qué significaba para ustedes su estilo de vestir? ¿Construían este con la misma rebeldía con que tocaban su música?

Las campanas, las plataformas, los afros, las melenas, encendían la luz roja a la policía porque era una cultura hippie que estaba muy mal vista por el gobierno. Y esos eran los signos visibles, incompatibles con la sobriedad socialista.

Los grupos de rock cubanos eran conocidos por interpretar temas de bandas extranjeras como Rolling Stones, Led Zeppelin, Beach Boys, entre otras. Los Barba, a diferencia de otros grupos de rock, tuvieron acceso a la televisión. Sin embargo, para ello debieron aceptar no cantar temas en inglés. ¿Las autoridades de la televisión les impusieron limitaciones también en cuanto a la manera de vestir? ¿Con qué ropa te presentaste en la televisión cubana?

Los programas de TV con Los Barba significaban un problema para varios de la banda, que teníamos el pelo bien largo. Recuerdo los ensayos por la tarde en los estudios del FOCSA. Lo mismo [Manolo] Rifat que [Gin] Pedraza Ginori, cuando nos veían llegar nos decían: «Ustedes saben que no pueden venir así por la noche al programa».

Sí, sabíamos lo que había que ponerse. El traje del buró, le llamaban. Eran aquellos trajes cheísimos, de color tornasol, que daban en la empresa Benny Moré, a la que pertenecían casi todas las bandas, orquestas, solistas que trabajaban profesionalmente.

Había actuaciones en las que, por ejemplo, alternábamos con la orquesta Ritmo Oriental, que era tremenda charanga. Y todos teníamos el mismo traje. Cuando ellos salían del stage y entrábamos nosotros, parecía que nos habían prestado los trajes en el camerino.

Nosotros — y cuando digo «nosotros» me refiero a los melenudos del grupo — llegábamos una hora antes del programa, y entrábamos al baño de[l restaurante] El Conejito, que estaba frente al FOCSA, donde estaban los estudios de la televisión, y con la clara de huevo que llevábamos en unos pomos, a falta de gel, nos embadurnábamos la cabeza y nos aplastábamos los pelos en un estilo «pasa planchada», con el que éramos aceptados.

A Juan Carlos, el bajista, le hicieron afeitar el bigote y las patillas largas. De lo contrario, no salía en TV.

Fuiste novio de Baby, hija de Carucha Camejo, fundadora, antigua dueña y directora del Teatro Nacional de Guiñol. ¿Tuvo Carucha algo que ver con que se te abrieran las puertas de la televisión? ¿A través de ella tuviste acceso a algún tipo de privilegio?

No. Ya yo estaba establecido como músico. Además, a ellos les cerraron el teatro, los suspendieron y les quemaron los títeres. A Pepe Camejo, hermano de Carucha, lo metieron preso 18 meses, hasta que se pudieron ir, años más tarde.

02. Pepino con su novia Baby, 1972 / Imagen tomada de Facebook.

En un artículo de prensa que te dedicara hace unos años, el periodista José L. Llanes dice que algunos te consideraban «el tipo más subversivo del grupo» (supongo que se refiere a Los Barba). ¿Por qué crees que te veían así? ¿Y cómo se manifestaba esa subversión en la manera de vestir?

Me decían que yo era el más subversivo porque yo me vestía bien hippie a todas horas. Lo mismo para ir al market que para una actuación. Y eso era como estar llamando la atención todo el tiempo.

La poca o mucha popularidad que tuvieron las bandas de rock de los años sesenta y setenta se la deben a sus presentaciones en fiestas privadas, sobre todo en fiestas de quince. ¿Qué tipo de quinceañeras eran estas? ¿Y cómo se vestían? ¿Y cómo se vestían ustedes para tocar en esas fiestas?

Las fiestas de quince fueron la salvación de las bandas que no pertenecían al buró de contrataciones [de la empresa] Benny Moré. O sea, de las bandas que no estaban consideradas profesionales. Pero eran bandas que tocaban rock, y cobraban por tocar. El precio estándar era 500 pesos, aunque muchas veces era menos, y hasta tocamos gratis.

La familia de la quinceañera rentaba un salón de fiesta en hoteles como el Nacional, el Riviera, el Habana Libre, o también en los círculos [sociales obreros] de la playa, como el Patricio [Lumumba], el Mella, etc., y contrataban la banda de preferencia de la festejada. Casi siempre había un coreógrafo, que dirigía la presentación del baile, y después de esta puesta en escena rompíamos a tocar hasta que nos paraban por la hora.

La quinceañera se vestía siempre con su vestido, casi como de novia, y los varones, con camisa y corbata, todo muy formal, menos nosotros, y muchos invitados.

Las fiestas de quince fueron la plataforma con que nos dimos a conocer casi todas las bandas de rock, y de cierta forma nos hicieron famosos. Había también otras fiestas que se hacían en las casas, y todas eran caldos de cultivo para las bandas de rock.

¿De qué época estamos hablando?

Finales de los años sesenta.

¿Incluso después de la Ofensiva Revolucionaria de 1968?

Sí.

¿Cómo lograste viajar a Estados Unidos en 1985?

Yo salgo de Cuba para San José de Costa Rica, con una visa que mi padre, que vivía en Estados Unidos desde los años sesenta, y era ciudadano americano, me había conseguido, para que después pudiera seguir mi viaje a Estados Unidos. Disfruté muchísimo ese país [Costa Rica], donde viví casi dos años dando clases particulares de guitarra. Llegué a Miami en diciembre de 1986.

Pepino ensayando en Miami / Foto cortesía del músico.

¿Tu padre no te enviaba ropa cuando vivías en Cuba?

Sí, claro. Me mandaba paquetes con ropa y zapatos. Eso sucedió par de veces.

En la película Hipsters, de Valery Todorovsky, que se desarrolla en la Unión Soviética de los años cincuenta, uno de los personajes principales, fanático del jazz e icónico stilyagi, tras regresar de Estados Unidos, le dice a su amigo Mel, protagonista del filme, que «the freer the person, the simpler his outfit», subrayando el carácter de protesta de la moda contracultural de cierta franja de la juventud soviética de entonces. ¿Te vistes de modo menos escandaloso/contracultural desde que vives fuera de Cuba?

Ahora me visto con lo que yo llamo «estilo músico». Decía Dizzy Gillespie que los músicos son una raza aparte, y es verdad que hay un estilo, una cultura de vestir. Para mí, siempre que sea con buen gusto, todo está permitido.

¿Cómo definirías el estilo del Pepino?

En Cuba era muy difícil escoger lo que te ibas a poner, y había que inventar para que, cuando repetías una ropa, pareciera algo distinto a la vez anterior.

¿Y cómo vestirá el Pepino dentro de diez años?

Primero, espero tener la dicha de vivir diez años más. Pero, en cualquier caso, sería cada vez más ligero de ropa, estilo Key West: shorts, t-shirts y chancletas.

Publicado originalmente en El Estornudo

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Revista independiente de periodismo narrativo, hecha desde dentro de Cuba, desde fuera de Cuba y, de paso, sobre Cuba.

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