Es lo único que quiero
Tú estabas conmigo.
Era oscuro, como de noche.
Y se veían luces y algunos planetas muy cerca.
El lugar era rocoso y había gente.
No puedo recordar nada específico.
Teníamos algún poder para manejar la energía.
Yo hacía algo, como que concentraba
una energía para mover un planeta.
Y eso tenía que ver contigo.
Yo les decía: esto es lo que puedo hacer.
E. S. R.
Caminando por Londres el 10 de octubre de 2019, Día de la Independencia en Cuba (una independencia ridícula que no le importa a nadie, porque lo que en verdad interesa a uno, a un hombre o a una mujer metido en el año 2020, el año del nasobuco y de ningunavión, es dormir al lado de la persona que ama, sujetarle la mano mientras está agachada haciendo sus necesidades en el inodoro y besarle la cara por todos lados incluyendo la nariz, las marcas en la piel, las espinillas, las cejas, los párpados, la barbilla, las comisuras, los pómulos, sin precisión de lugar ni tiempo), me di cuenta de que extrañaba demasiado caminar. No digo caminar como acto motor necesario para el cuerpo, sino caminar para desplazarme. Hube de desplazarme en Londres del Travelodge Hotel a la estación de metro más cercana aproximadamente diez veces en cinco días. Los días pasan volando. Resultaba beneficioso para los músculos de mis piernas y para mi nariz, que respiraba afortunada bajo las gotas de una lluvia parasiempre.
Llegar a Miami significa entender que la vida ha cambiado y que pronto, por fin, conducirás un automóvil en dirección a dondesea. Dondesea no es peligroso pero crea incertidumbre en tu corazón de gente acostumbrada a caminar desde Espada y San Miguel hasta la Avenida del Puerto en La Habana, cruzando el Parque Trillo para comprar unas zanahorias y unos vegetales que no sean solanáceas. Oyes demasiadas frases nuevas cuando llegas a Miami proveniente de un lugar donde ya no hay nada nuevo, mucho menos frases nuevas con palabras sustantivas como automóvil o claxon. Oyes que te debes comprar un transportation y no se te ocurre qué puede ser eso. Extraño el asombro de esa palabra, pronunciada en inglés absurdo del sur de la Florida. Extraño la risa como respuesta: un carrito usado, mija, un carro de mediopalo y con eso va que chifla.
Hablando de caminar, la tormenta tropical y bíblica Isaías, como si no fuera suficiente ya con el índice de contagios que no tiene para cuándo bajar, ha empezado a caminar sobre las aguas, hacia Miami, con deseos de impactar sobre Miami y sobre nosotros, pobladores de Miami y gestionadores de botellas de agua, latas de sopa Campbell, paquetes de diversos chips, galletas de soda, velas, candilejas, miedo. Caminando por una ruta que pasa por la mitad de Haití y bordea el mapa de la República a donde yo quiero ir cuanto antes, Isaías la tormenta hace una curva elegante, perfecta, amagando con estropear toda la normalidad del mundo: que es estar separados del mundo por una línea llamada peste. Todo esto me ha dejado un deseo de ir cuanto antes a La Habana, Cuba. Un deseo acumulado de llegar sin avisar, tocar la puerta, quedarme así callada sin atreverme a entrar, pedir permiso para abrazar, pedir permiso para coger un cuerpo que podría acoplarse con el mío pero que no se ha acoplado, un cuerpo desconocido, el otro. Ofir, se llama Ofir.
Yo en verdad quisiera ser la tormenta esa, llamarme Isaías durante 24 horas y poder ir caminando a dondesea sin necesidad de esperar a que los gobiernos de los países abran sus fronteras aéreas, marítimas o terrestres. El estatus de exiliado, de emigrante o desertor, incluye un margen de error que engendra deseos íntimos, crónicos, de regresar. Algunos exiliados no padecen nunca el legítimo deseo de regresar, pero yo, que estoy llena de deseos congénitos y crónicos y parasiempre, padezco incluso el deseo de regresar en el burro de San Fernando, un ratico a pie y otro caminando.
Cuando veo, como ahora, que me he ido del tema, regreso también a la idea esencial, la idea de aprender a conducir un automóvil en una ciudad llamada Miami, construida para drivers inteligentes y agudos, que miren por sus retrovisores a la velocidad de la luz, a la velocidad de ningunavión. Fue una promesa que hice a mi profesor de manejo, un hombre que me decía que yo cogía el timón como sacando agua de un pozo: tú no sabes manejar, muchacha, pero sacando agua de un pozo eres la mejor. A ese hombre de más de 70 años, donde quiera que esté, dedico estas palabras y también las palabras que se me quedan por dentro, que no sé cómo sacar porque pienso en agua y en pozo, mucha agua y mucho pozo, pienso en cualquier cosa menos en lo que estoy pensando. El sol entra así por la ventana, el bebé duerme, y yo pienso en cualquier cosa bonita, cualquier cosa que me lleva tan lejos pero tan lejos. Creo (estoy convencida) que me voy convirtiendo en Isaías.
Caminando por la calle 8 en Miami, el 25 de julio de 2020, vísperas de nada que al público le interese, pero en secreto esperando que el próximo día llegara, volví a sentir esa satisfacción imperiosa del desplazamiento, que en Miami se pierde y se ubica en una zona platónica del disfrute. Ejemplo: yo camino por las tardes en el Kennedy Park. Ejemplo: nosotros caminamos en la playa de los perros. Ejemplo: yo voy al mercado caminando. Mediocres ejemplos todos de lo que se llama, hablando en plata, caminar.
Ese día caminé por toda la calle 8 desde la avenida 10 hasta Ponce de León, que vendría a ser más o menos la avenida 40. Había sol y yo veía las cosas más hermosas y mías que de costumbre. Fotografié los anuncios ordinarios, las esquinas más comunes, las vidrieras sucias, los charcos de agua fangosa, el césped crecido junto a los negocios, las fachadas de los restaurantes, la gente comiendo con nasobuco, el cine vacío, una tienda de masaje, una tienda de Barbies varones, una tienda de marihuana medicinal, un edificio en construcción, una grúa, un cartel en el césped sublime donde leí antes de que el viento se lo llevara: EXPERTO EN AMARRES DE AMOR.
Tuve ganas de compartir muchas fotos porque en cada una de ellas estaba yo, feliz de desplazarme a través de las imágenes. Tuve asma y tuve ganas, nunca falta el asma junto al nasobuco. El nasobuco y el asma contrajeron matrimonio y hacen su luna de miel en las narices de quien se lo pone. Mi sistema respiratorio padece una luna de irritación y miel cada vez que salgo a la calle y cierro la puerta detrás de mí. ¿Has sentido tú el polvo de alas de mariposas en la gasa interior de los nasobucos azules que se compran al por mayor en Amazon, Ebay o cualquier otra tienda online?
Si mal no recuerdo, mostré las fotos a alguien que dio corazones a diestra y siniestra, gustándole lo mismo: el trayecto. Los reggaetones en las esquinas fueron mi coro griego el sábado 25 en Miami. Bailé, se me subió el vestido, entré y salí de una triff store decadente donde había una línea entera dedicada a trajes de novia: ¡¡me quiero casar contigo, me quiero casar contigo!! Recogí toda la merma y toda la decadencia de la calle 8 esa tarde. Al pasar bajo la sombra de una grúa oí a la grúa decirme: cuídate mucho, Isaías. Definitivamente debería cambiarme el nombre. Tal vez soy another desde hace dos meses. Tal vez una vida nueva, completamente inexplicable, equidistante, ha querido desenvolverse. Cuídate mucho, Isaías, vete al norte con cuidado.
Caminando en el futuro por la Avenida del Puerto en La Habana, junto a Soleida Ríos, celebrando tardíamente su 70 cumpleaños, pensaré que cada miniatura insignificante puede ser un lujo. Le contaré a Soleida Ríos cómo aprenden a manejar en tres fines exactos de semana los que aún no saben manejar, se lo contaré en poesía porque a ella le gusta la poesía y a Soleida Ríos hay que complacerla. Miami complaciente, Miami omnipresente.
Porque lo cierto es que aquí hace falta un automóvil casi más que un techo y cuatro paredes. Tu carro es tu apartamento. Caminar es tan romántico como el romanticismo. Nada de lo que he dicho tiene sentido a no ser que se mire con una lupa romántica, ineficaz, irrelevante. Los cubanos emigrantes han creado escuelitas de manejo para los que vienen llegando. Hay escuelitas de ese tipo a todo lo largo y ancho de Miami, Hialeah, Kendall, Cutler Bay, etcétera. Son oficinas donde uno entra y te dicen: we have el paquete que tú necesitas, incluye repaso, examen teórico, clases prácticas y examen práctico. Todo por nosecuánto. Y uno sale de ahí con la certeza de que en dos o tres semanas tomará el timón y será el rey del volante. Un rey o una reina con una licencia de conducir. Un rey o una reina sin corona, sin trono, pero con licencia.
Las pequeñas escuelas-oficinas, sus enseñanzas y sus preceptos, sus ofertas imposibles de despreciar tienen, por supuesto, cierto margen de error. Las personas se sientan en unos pupitres plásticos e intentan memorizar un video donde se les explica más de cien leyes del tránsito. Es necesario memorizar las leyes para aprobar el examen teórico de conducir, en el que las personas deben responder cincuenta preguntas, de las cuales solo podrán fallar nueve, si acaso diez. Dicho examen será efectuado inmediatamente después del repaso, eso entra en el precio fijado al principio. Luego, con el resultado del examen APROBADO y la cita previa, que también ofrece la oficina, las personas se remiten a las oficinas de tránsito del gobierno, obteniendo sus licencias restringidas.
Sin embargo a veces suceden accidentes extraños. A veces, cuando llegas a la DRIVER LICENSE AND MOTOR VEHICLE SERVICE CENTER, por alguna razón las computadoras (recuerda que todo es por computadora) no aceptan el resultado de APROBADO en el examen teórico firmado por la escuela-oficina de manejo improvisada y las personas tienen la opción, ahí mismo, de regresar a sus casas con los rabos entre las patas o repetir el examen y volverlo a pagar (recuerda que siempre hay que pagar). Yo lo repetí; no regresé a mi casa con el rabo entre las patas porque no tengo rabo ni patas. Lo repetí de pie con mi bebé cargado. Por eso, Isaías, hay que tener cuidado:
Antes de empezar a conducir
ajusta el asiento
asegura el cinturón y pídele
a los demás que hagan lo mismo
ajusta los espejos de modo que
no tengas que
inclinarte para mirar
limpia los espejos
asegúrate de que
el vehículo esté
en P o N.
Mientras conduces
no cambies el CD
no cambies la estación de radio
no comas
no le des un beso a tu amor
si llevas un niño y llora
estaciónate con seguridad y chequéalo
con las manos en el volante
y los codos en el aire.
El límite de velocidad
depende de la carretera
para una interestatal,
rural o autopista
de acceso limitado
la máxima será de 70
y la mínima de 50
para vehículos que transportan
pasajeros en autopista de dos carriles
será de 55
en zona municipal o residencial
será de 30
y en zona de construcción
lo que aparezca indicado.
Al parquear el vehículo
debe estar a un pie del borde
acera o banco
en las calles de doble sentido
estaciona a la derecha y
apuntando en la misma
dirección del tránsito
detente a 50 pies
del cruce de ferrocarril
Deja tres pies como mínimo
de espacio libre para
pasar a un ciclista.
En los ferrocarriles
Transita lento sin acercarte
no te detengas sobre las vías
asegúrate de que siempre
haya suficiente
espacio del otro lado
antes de parar
si te acercas a un cruce
con barreras mecánicas
y las barreras aún están abiertas
y las luces encendidas rojas
y las campanas suenan
debes detenerte en el cruce
se recomienda
no respirar.
Las luces delanteras
pueden ser altas o bajas
y se usan desde el atardecer
hasta el amanecer
con lluvia niebla humo
se usan las luces bajas
ve con cuidado de noche
porque nada será visible
hasta que esté cerca
haz las señales de noche
con las luces delanteras
justo antes de salir
del carril de rebasar
siempre luces delanteras
y no de estacionamiento.
Si frenos fallan
mientras conduces
y el auto tiene ABS
presionarás el pedal
contra la superficie
presionando firme
y bajarás la marcha
y frenarás lentamente
con el freno de emergencia
si frenos fallan
y ABS faltan
bombearás pedal de freno
y bajarás la marcha
y frenarás lentamente
con la emergencia
suavecito suavecito
que no se agite
en el termo
nuestro té
de chamomile.
Publicado originalmente en El Estornudo