El cristal con que se mira a Luis Manuel Otero: el video de la discordia
Por César Pérez
El video de Luis Manuel Otero con el médico que lo atiende en el Hospital Calixto García, luego de su huelga, fue difundido con la venia o bajo órdenes del régimen cubano, y es el video de un prisionero, pero de un prisionero que no ha bajado la cabeza, a pesar de su visible deterioro físico.
Veamos: primero aparece una escena amistosa entre Luis Manuel Otero y el médico, que está incómodo ante la cámara y al que el artista con un gesto casi filial le arregla el cuello de la camisa (en el video de YouTube este detalle suscita aberrantes comentarios homofóbicos). Después habla el doctor, que procede a desmontar, supongo que sin darse cuenta, toda la narrativa oficial sobre el estado de salud de su paciente y reconoce implícitamente, de manera bastante obvia, que la huelga sí fue real. Dice nada menos: «Estamos luchando y seguimos luchando cada día por la recuperación de nuestro paciente, de nuestro amigo…» No se puede decir más claro, pero por si quedaban dudas repite después que siguen trabajando «por la mejoría del paciente».
Aquí es bueno hacer un aparte y recordar que sujetos como Yusuam Palacios, Eduardo del Llano, o Ray Fernández se han burlado grotescamente de un tipo que estaba a punto de morir rodeado y acosado por un pequeño ejército de policías y chivatos. ¿Sabrán estos mamarrachos que cuando la burla se dirige al débil pasa de sátira a bullying y te conviertes en lamebotas del poder?
A continuación Luis Manuel Otero habla por menos de 40 segundos. ¿Qué dice que es tan escandaloso? Dice que la atención médica ha sido espectacular, lo cual puede que sea verdad. Le deben haber dedicado los recursos que tienen y los que no tienen, si no querían que se muriera. Y en Cuba, como en todas partes, hay buenos médicos, y médicos compasivos y decentes. Puede que le hayan tocado de esos, no sabemos. En todo caso, se trata de la única cosa que se puede interpretar como (posible) concesión.
De ahí en fuera, Luis Manuel Otero dice que hay que diferenciar entre los médicos (buenos) y los de la Seguridad (ya sabemos), y que (a pesar de estar donde está) él sigue defendiendo sus derechos como artista. Si está drogado, como dicen muchos, la droga no parece afectarle para decir en tan poco tiempo que, en medio del acoso, él sigue en lo suyo. No creo que podría hablar más claro sin que lo cortaran ahí mismo. En los últimos seis segundos del video atina a colarles la siguiente cuña comercial: «Aquí seguimos, aquí, con amor, por la vida y por el amor. Estamos súper conectados, familia. ¡Patria y vida!» Nada mal para un zombie que, según otros comentarios delirantes del video de YouTube, puede que no sea él porque, mira tú, el Luis Manuel Otero real tiene las cejas más pobladas. ¿Qué se esperaba la gente? ¿Que empezara a repartir bofetones y saltara por la ventana después de descerrajarla de una patada como Chuck Norris?
Todos los guerreros del teclado que ahora se muestran decepcionados y dudan de Luis Manuel Otero les aplican estándares que, más que humanos, parecen parámetros de pureza química, molecular. Es cuando menos sospechoso que se apresuren a juzgar de esa manera a quien libra una pelea brutalmente desigual. Más que del contenido del video, que es típico de Luis Manuel Otero (amistoso con todo el mundo, diciendo lo que quiere decir sin guapería ni rencor), se quejan de la existencia misma del video, como si fuera mejor que todos sus amigos y seguidores siguieran angustiados indefinidamente sin verlo. Hablan de síndrome de Estocolmo, pero Luis Manuel Otero es tan sencillamente valiente y decente que pone en crisis a los que saben (sabemos, que me incluyo) que ellos no son capaces de lo mismo. Lo acusan de inocencia o de debilidad como si los alardes de guapería y cinismo nos hubieran llevado a algún lugar en 62 años.
Por ahí anda una carta de Juan Pin Vilar que insinúa que Luis Manuel Otero es uno de los «actores mediocres o sentimentales» y dice que a la dictadura le es más fácil lidiar con él que con otros proyectos de gente con «formación» y con una «coherencia» que «nos impide incurrir en actos o búsquedas de acciones o vínculos agresivos contra nuestro país». Ahí desliza que San Isidro ha propuesto esos «vínculos agresivos», whatever that means. La verdad es que al régimen le está costando horrores lidiar con Luis Manuel Otero y su grupo, y los otros «proyectos» que menciona Vilar en esa carta, tan respetables como puedan ser, no han provocado ni una mínima arruga en el estanque del statu quo castrocanelista. Por ahora, parece que el artista está vivo y, gracias al ruido que armó su caso (de lo que también algunos lo acusan, hablan hasta de «elitismo en la represión») ha puesto al régimen en la extraña posición de tener que ocuparse en mantener con vida a quien quisieran ver a seis pies bajo tierra. Nada garantiza que no salga de ahí envenenado, pero por ahora parece que, para recondenación de castristas y otra caterva de envidiosos, el líder del Movimiento San Isidro seguirá dando guerra.
Publicado originalmente en El Estornudo.